Existen diferentes cultos y religiones
en la tierra de Melnûn.
Los Elfos, por ejemplo, rinden culto a la Madre
Naturaleza, a la vida. Tienen diferentes ceremonias que reverencian a la Gran
Madre y a sus dones: el dos de Enertvil celebran el inicio del año y el triunfo
del Sol sobre la noche, el uno de Maii (en mitad de la Temporada Húmeda)
celebran la fiesta de las Lágrimas de
Gaia, el seis de Sdreztl celebran la fiesta del Parto de la Tierra....
Así mismo, tienen numerosas tradiciones de
respeto hacia la vida. Existe una muy famosa, la llamada deuda de vida: si un
individuo le salva la vida a un Elfo, éste debe devolverle el favor salvándole
la vida también. Para ello deberá acompañar a esa persona hasta que cumpla su
deuda. Otra curiosa costumbre es la de pedir perdón a la Madre Naturaleza, con
una bella plegaria en élfico, por las personas que han matado, por las vidas
segadas. Los soldados lo hacen conjuntamente antes de una gran batalla, en previsión de los enemigos que van a matar.
Otras razas, como los Centauros, veneran
también la Naturaleza, representada en seres que la pueblan. Por supuesto el
animal que más respetan es el caballo, pero también estiman a los búhos (a los
que consideran los animales más inteligentes), los pájaros carpinteros y a las
serpientes y culebras. El muérdago es para ellos una planta mágica y merecedora
de respeto, así como las margaritas.
Los Salvajes de las sabanas invocan y
veneran a Manitú, el espíritu de la Naturaleza. Todas las representaciones de
la naturaleza son obra suya: la lluvia, el fuego que cae del cielo, el
crecimiento de la hierba y de las cosechas, el nacimiento de nuevos
animales.... Entre sus tradiciones está la danza de la lluvia, para pedir a
Manitú que llore sobre la tierra.
Los Duendes, caóticos como siempre,
celebran festividades sin un orden concreto, ni una periodicidad determinada.
Como seres irreverentes que son no reconocen ningún dios, e incluso se mofan y
burlan de las religiones de las demás razas, lo que les ha llevado a numerosos
desencuentros interraciales e incluso guerras.
Sin embargo, veneran al topo y a
la lombriz, por la similitud que tienen con estos dos animales en cuanto a la búsqueda de
un hogar se refiere (los Duendes viven bajo tierra, en cavernas y túneles escavados por ellos mismos). No llegan a considerarlos deidades, pero suelen hacerse
collares con los pequeños colmillos del roedor o introducen lombrices disecadas
en pequeños relicarios de cristal, de los que no se separan, considerándolos
objetos casi sagrados.
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