PALABRAS MÁGICAS
- XIX -
PRISIONEROS DE LA HECHICERA
Drill
despertó dolorido en una superficie que se movía. Debido al golpe, al mareo y
al dolor, no se movió muy rápido ni tuvo prisa por desentrañar la incógnita de
aquel suelo de madera que parecía moverse y oscilar.
- Bittor,
¿estás bien? – escuchó la voz de Cort por allí cerca. Se apoyó en las manos, se
incorporó un poco y buscó con su ojo al otro mercenario. Estaba allí al lado y
le asintió para contestarle, al ver que le miraba con ojos preocupados.
Al
enfocar y mirar a Cort pudo ver dónde estaba y la explicación de por qué el
suelo se movía y se balanceaba llegó sola.
Los
dos mercenarios estaban en una jaula de madera, con suelo y techo de tablas y
rodeada por barrotes gruesos. No estaban encadenados ni atados, pero ninguno de
los dos tenía sus armas ni sus equipajes o enseres. A Drill le habían quitado
hasta el cuchillo que llevaba en la caña de la bota. La jaula estaba colgada de
los árboles, a unos cuatro metros del suelo, balanceándose.
-
¿Dónde estamos? – preguntó, con voz ronca, pasándose la mano por la zona del
golpe.
-
¿No querías encontrar a Solna? Pues ya la hemos encontrado.... – respondió
Cort, con poca guasa.
Señalaba
por entre los barrotes y Drill miró hacia abajo. La jaula estaba colgada en una
parte más despejada del bosque, sin ser específicamente un claro, aunque los
árboles estaban más separados y dispersos y había más espacio libre. Drill vio
una cabaña de buen tamaño con chimenea de la que salía humo, una mesa grande en
el exterior, cestas con frutos y hojas, un corral con tres ocas, montones de
plumas contra dos árboles que crecían juntos....
Pero
lo que más llamó su atención fue la mujer que iba de un sitio a otro, atareada
con sus cosas, sin mirar ni una sola vez a la jaula ni a sus prisioneros. Era
una mujer de unos cuarenta años, con el pelo negrísimo, buen talle y andar
enérgico. Llevaba una túnica marrón oscuro, de tela gruesa y pesada, que le
cubría por completo menos las manos y la cabeza, donde Drill pudo ver una piel
pálida y fina.
-
¿Es Solna? – preguntó.
-
La misma.... – contestó Cort, con desdén.
-
¿Y por qué nos tiene encerrados? ¿Fue ella la que nos atacó? – Cort asintió
ante la mirada interrogativa de Drill. – ¿Y no te ha reconocido?
-
Precisamente, yo diría que sí.... – Cort se acarició la nuca, donde parecía que
le habían sacudido a él. Mi antiguo yumón
le miró durante unos instantes, sin entender nada.
-
No sé si será por el golpe o por la altura, pero no entiendo nada. ¿Podrías
explicármelo, Riddle, si a bien tienes?
Cort
suspiró, antes de contestar.
-
Cuando estuve aquí la primera vez Solna me ayudó, porque se apiadó de la niña a
la que yo estaba buscando – explicó, sin dar más detalles de su misión.
Seguiría siendo un misterio, pero a Drill le interesaban otros detalles. – Por
eso me ayudó y pude salir del bosque sin problemas, pero la hechicera me dejó
muy claro que no quería volver a verme por aquí, que el hecho de que supiera
dónde estaba su refugio no me daba derecho a volver a verla cada vez que
tuviera problemas y necesitase ayuda.
-
¿Y por qué no me lo dijiste antes? – se enfadó Drill (aunque le conozco, e
imagino que no fue mucho). – ¿Por qué accediste a ayudarme, a traerme hasta
aquí?
Cort
se encogió de hombros. Drill me dijo que parecía apurado, un hombre entre la
espada y la pared.
-
Te vi tan agobiado por la misión, que no pensé en mí. Sólo pensaba que tenía
que ayudarte si podía....
Los
dos mercenarios se miraron un instante, sin hablarse.
-
En ese caso te ofrezco toda mi gratitud, Riddle, digo wen – mi yumón estaba un
poco avergonzado por haberse enfadado antes.
Cort
se encogió de hombros.
-
En estos momentos me vendría mejor un poco de prosperidad – bromeó – pero creo
que eso sólo depende de Solna.
Drill
se volvió a los barrotes y miró a través de ellos.
-
¡Señora! ¡Disculpe, señora!
La
hechicera se detuvo, de camino de un cesto que había en el suelo a la mesa en
la que estaba trabajando. Miró con reproche y displicencia hacia arriba y clavó
sus ojos negros en el único sano de Drill.
-
Hechicera, no señora....
Después
siguió con sus cosas.
-
Perdone.... ¡Hechicera! ¿Por qué nos ha encerrado aquí? No pretendíamos
molestarla, sólo necesitábamos su consejo y su ayuda....
-
Pues me habéis molestado, después de todo – contestó ella, sin volverse: seguía
delante de la mesa, haciendo sus cosas. Al cabo de un instante se volvió,
mirando otra vez a Drill. – Me habéis molestado y tu amigo sabía que no debía
hacerlo.
Drill
se volvió a mirar a Cort, que estaba sentado en el otro extremo de la jaula,
para compensar el peso de Drill apoyado en los barrotes del lado opuesto.
-
Lo sabía, digo wen, pero sólo entró
en el bosque y me trajo hasta su refugio porque quería ayudarme – se dirigió de
nuevo a Solna. – Hechicera, necesito su ayuda, estoy desesperado y atascado en
una misión imposible y delirante.
-
No me dedico a ayudar a mercenarios cuando sus misiones se vuelven imposibles,
aunque todos creéis lo contrario – Solna dejó sobre la mesa el cuchillo que estaba
usando y volvió a mirar a Drill. – Él sabía que no debía entrar aquí y aun así
te ha traído con él. Estaréis en esa jaula hasta que yo lo considere oportuno y
cuando os suelte (si ese es mi deseo, del cual no estoy muy segura) os
largaréis de mi bosque y no os veré más. Si tienes problemas con tu misión, que
te ayude la Hermandad de los Mercenarios.
Y
después se volvió a la mesa, dejando muy desgraciados a los dos mercenarios.
¡Guau! Qué mal rollo la hechicera. Pero bueno, ya veo que nos animamos con las continuaciones después de el parón de enero, ja, ja.
ResponderEliminar¡¡¡Ánimo, Drill!!!!