PALABRAS MÁGICAS
- XXI -
LA FÓRMULA “MÁGICA”
Solna
los bajó de la jaula, descolgando la soga de la que colgaba. También sacó de su
pequeña jaula a Ryngo, y el
reencuentro entre él y mi antiguo yumón
sólo puedo imaginarlo con cariño y ternura.
Solna
los invitó a comer dentro de su cabaña. Según Drill, la hechicera seguía siendo
seria pero mucho más amable que los días anteriores. Estaba claro que estaba
muy agradecida a los dos mercenarios.
La
comida que compartieron con la hechicera aquel día no se diferenció mucho de lo
que les había dado de comer aquellos días anteriores (hubo gachas, nueces y
otros frutos secos y también puerros y zanahorias hervidos), evidenciando que
no les había dado de comer peor que a ella misma cuando estuvieron en la jaula,
aunque es cierto que también hubo huevos cocidos con tomates frescos y queso
duro y aromático con miel, de postre.
Solna
les explicó que necesitaba el oro, de dieciocho quilates al menos, para un
tónico medicinal que tenía que preparar, necesario para algunos de los
habitantes del bosque. Por eso había exigido un pago tan concreto. No dio más
detalles de su negocio con Gurcko, pero Drill imaginó que el filtro en forma de
polvos habría sido algo muy valioso y complicado de preparar, lo que explicaba
también el enfado de la hechicera y su disgusto.
- Lamento
haber desobedecido tus avisos, Solna, discúlpame, si a bien tienes – dijo Cort,
con verdadero pesar y arrepentimiento. – Sólo contradije tu advertencia porque
Bittor necesitaba realmente mi ayuda: es un buen amigo y no podía dejarle en
aquel brete.
Solna
asintió, grave pero comprensiva. Después miró a Drill durante unos momentos, lo
bastante largos como para incomodar un poco a mi antiguo yumón. La hechicera después se levantó de su silla de madera, fue a
la chimenea, sacó del fuego una tetera llena de agua ya hirviendo y la llevó a
la mesa, echando dentro unas hojas secas, para hacer un té especial para sus
“invitados”.
-
¿Qué era lo que necesitabas de mí? – acabó preguntando, dando una leve
esperanza a Drill. Pero levantó un dedo admonitorio antes de añadir: – Y que
conste que sólo lo pregunto por curiosidad, no porque tenga verdadera intención
de ayudarte.
Drill
tragó saliva y asintió, agradecido, antes de empezar a hablar.
-
Necesitaba vuestro experimentado consejo sobre las artes mágicas – dijo, con
educación. Decidió que no iba a contarle todo el lío en que estaba metido,
aunque no pensaba mentir a la hechicera. – Necesito saber cuál es la fórmula
mágica para poder abrir la puerta del Mausoleo de los Reyes en Gaerluin.
Solna
sonrió divertida, antes de contestar.
-
Lo que necesitas es una clave de acceso, pero no una fórmula mágica – dijo,
juguetona. – La magia, al contrario de lo que muchísima gente cree, no existe
en Ilhabwer.
-
¡¿Cómo?!
-
Mucha gente cree que los Kulthus trajeron su magia a Ilhabwer, pero no fue así
– explicó Solna, muy divertida. – Aunque es verdad que en Melnûn, de donde
vinieron, tienen cierta magia que otras especies no pueden llegar a poseer. En
aquel continente también hay Flemdis que pueden llegar a dominar la magia y a
obrar grandes prodigios. Y se dice que en un gran continente que hay al este de
aquí, llamado Asthartia, muchas
leguas más allá del mar, existen brujos, magos y hechiceros capaces de realizar
hechizos y conjuros mágicos. Pero aquí no tenemos magia.
-
Pero.... ¿y todos los hechiceros que habitáis el bosque de Haan? – intervino
Cort, que hasta entonces había estado de mero espectador.
-
Se nos llama hechiceros, pero en realidad lo que practicamos es la tradición de
la brujería – explicó Solna. Había servido el té y Drill y Cort empezaron a
beberlo, atónitos como estaban. – Tenemos conocimientos de botánica, de
alquimia, de un arte que los Kulthus llaman química....
Nuestro arte es el conocimiento de la Naturaleza, en la medida en que ella se
deja conocer, claro está. No hacemos más magia que cualquier médico o herrero
de cualquier pueblo de Ilhabwer....
Los
dos mercenarios se miraron, derrotados y atónitos.
-
Pero todas las leyendas hablan de una fórmula mágica para abrir el mausoleo –
replicó Drill, sin ganas de darse por vencido. – Si no existe la magia, como
decís, ¿cómo se abre la puerta de la gran pirámide?
-
Imagino que las leyendas se referirán a una clave que hay que recitar, una
frase que ponga en marcha el mecanismo que abre la puerta – contestó Solna.
Ante la cara de asombro de Drill, rio y continuó explicando. – Lo más seguro es
que la puerta esté asegurada con un pestillo muy grande y pesado, que puede
descorrerse gracias a un mecanismo con poleas, cuerdas, contrapesos y
engranajes. Habrá una piedra maestra que esté en precario equilibrio y que
desencadenará la apertura de la puerta si se hace caer con una serie de
sonidos. Por eso se hace creer que la puerta se abre con una fórmula mágica,
aunque en realidad la fórmula sea sólo una frase cualquiera donde lo importante
son los sonidos, no las palabras en sí.
-
¿Y sabéis cuál es la frase? – preguntó Drill, todavía esperanzado.
-
Lo lamento, pero no – negó Solna. – Aunque.... ¿de qué está hecha la pirámide?
¿Será arenisca?
-
Sea, digo wen – asintió Drill,
ilusionado.
-
Mmmh.... Entonces imagino que valdrá cualquier frase llena de consonantes
oclusivas. Algo del tipo: “Pablito clavó
un clavito. ¿Qué clavito clavó Pablito?”
Los
dos mercenarios se quedaron atónitos (yo siempre me los imagino con cara de
bobos), mirando fijamente a la hechicera.
-
¿En serio?
Solna
se encogió de hombros.
-
Sin ver la pirámide ni el mecanismo, es todo lo que puedo aconsejar. Pero lo
más probable es que valga con una frase de ese estilo, o una como ésta: “¿Cuántos cuentos cuentas cuando cuentas
cuentos?”. Parece un juego de niños, pero es la verdad.
Drill
asintió, un poco estupefacto. Había esperado una fórmula mágica difícil de
pronunciar, algo en lengua élfica acaso, pero no un refrán que los niños
aprendían en la escuela. Era ciertamente asombroso y difícil de creer, pero
Solna había sonado sincera, sin intenciones ocultas, como querer reírse de
ellos. Cogió la taza y apuró el contenido: el té era oloroso y tenía un ligero
sabor amargo, pero bueno.
-
La frase habrá que proyectarla a un lugar concreto, para que haga su efecto
sobre el mecanismo. O la gritas muy fuerte delante de la puerta o la pronuncias
en un lugar exacto, quizá un agujero que haga de amplificador a un lado de la
losa que haga de puerta – explicó Solna.
-
Ofrezco gratitud y deseo prosperidad – dijo Drill, de forma automática. Se
sentía un poco defraudado y también somnoliento. Vio que Cort bostezaba a su
lado.
-
Ofrezco y deseo igual – contestó Solna, dejando claro que sabía la forma
correcta de responder a la fórmula educada. – Lamento que mi ayuda no fuera lo
que esperabas encontrar, pero te aseguro que es lo que verdaderamente
necesitas. La magia no es algo tan bueno como creemos: los habitantes de Melnûn
conviven con ella y a menudo son infelices.
Drill
asintió y se recostó en la silla, luchando por mantener la cabeza erguida. A su
lado Cort se apoyó cobre la mesa, cruzando los brazos, con la cabeza encima, rindiéndose
al sueño que les había atacado repentinamente.
-
Ahora dormid, mercenarios – dijo Solna, y su voz venía como del más allá – No
puedo ayudaros más, ya que no me veo obligada por juramento ni por intención,
pero lo que os he contado es suficiente ayuda. Vuestro tiempo en el bosque de
Haan ha concluido y espero no veros más por aquí. Por vuestro bien.
Los
dos mercenarios asintieron, adormilados. Drill se apoyó en la mesa como su compañero,
notando que las fuerzas y la consciencia le abandonaban. Fue consciente en el
último momento de que Solna los había drogado, usando el té para ello.
-
Que Sherpú y su esposa Gaia estén con vosotros cuando despertéis más allá de
los árboles – sentenció Solna.
Drill
sintió miedo con aquellas palabras, pero no pudo preocuparse demasiado por su
integridad, la de Riddle Cort y la de Ryngo,
porque inmediatamente después se quedó dormido, perdiendo el conocimiento por
completo.
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