LA LLAVE ES LA CLAVE
- VI -
GANÁNDOSE LA CONFIANZA DE UN REY
Durante
el mes de abril y prácticamente el mes de mayo entero Drill estuvo viviendo en
el palacio real del monarca de las islas Tharmeìon. No fueron días placenteros,
pues cada momento era como un examen para él, sintiéndose observado, analizado.
De su comportamiento dependía que el rey le confiara la persona que guardaba la
llave de la tumba de Rinúir-Deth. Por eso medía cada paso, cada palabra, cada
acción.
Pero
aunque Drill me dijo que se sintió tenso la mayor parte del tiempo, tampoco
puede quejarse del todo. Había muchas ventajas en estar viviendo en el palacio
de un rey.
Para
empezar, no tenía gastos. Todo lo que comía, bebía o usaba era cortesía de la
corona. No tenía que pagar alojamiento y su habitación había mejorado
considerablemente (aunque la de la posada de Telly fuera muy decente y
acogedora). Dormía en una habitación individual, en una cama con dosel y
colchón muy cómodo y blando.
Un
nuevo vestuario fue puesto a su disposición: pantalones y calzas de buenos
tejidos y de colores brillantes, camisas de seda, chalecos de terciopelo y
jubones del mismo material, con botones dorados. Botas de cuero nuevo, con
hebillas plateadas y hasta una colección de sombreros de fieltro con plumas de
colores, que mi antiguo yumón se negó
a llevar. Sin embargo puedo imaginármelo muy guapo y elegante, con las nobles
ropas de la corte.
Comía
en un comedor común, con otras personas de la corte. Había dos juglares y un
malabarista llamado Vherên, dos copistas y un escultor, tres damas de compañía
de la reina y un profesor de esgrima de la princesa y el príncipe. Las comidas
eran buenas y abundantes, pero alguna vez salió del palacio para comer en la
posada de Telly, sin más motivo que volver a ver a la atractiva posadera,
disfrutar de la comida casera que servía y charlar con ella: Drill había hecho
buena amistad con ella, en los dos días que estuvo alojado allí.
Toda
la gente que conoció en el palacio tenía su oficio y sus tareas: la gente con
la que comía y los criados con los que se cruzaba por todas partes, todos
tenían sus quehaceres. Pero Drill no. Drill sólo estaba allí para ganarse la
confianza del rey.
Así
que empezó a ayudar a los miembros de la corte: mi antiguo yumón no era una de esas personas que no sabían descansar, que
necesitasen estar todo el tiempo haciendo algo, trabajando u ocupados con
diferentes labores. Podía haber estado disfrutando de su vida en el palacio sin
problemas, salvo que debía hacer algo para que el rey confiase en él y que no
podía soportar ver a la gente trabajar sin que él hiciera nada de provecho.
Por
eso empezó a echar una mano allí donde veía que podía ayudar: estuvo un par de
días ayudando a los tintoreros reales, pues el rey había decidido que no quería
más ropajes rojizos y mandó teñirlos todos de marrón; ayudó también al maestro
de esgrima alguna tarde y pronto el príncipe pidió terminar sus clases
enfrentándose al mercenario que había ahora en palacio; hecho una mano durante
una semana al escultor y diferentes criados, que tuvieron que trasladar todas
las estatuas y bustos de una sala hasta otra al otro lado del palacio, porque
el rey quería montar una sala de trofeos en la de exposiciones; hizo amistad
con los dos guardaespaldas de la reina y los acompañó en algunas salidas de
ésta a la ciudad, incluso relevándolos cuando uno estuvo enfermo o cuando el
otro tuvo que encargarse de un problema familiar; animó algunas cenas en las
que el rey tuvo invitados nobles e ilustres, recitando poemas de Ülsher y
cantando canciones de mercenarios (quiero creer que las menos picantes y más
suaves, sin tacos ni expresiones malsonantes)....
Puedo
imaginarme a Drill siendo todo amabilidad (eso no le costaría, no sería una
fachada, mi antiguo yumón era así
siempre), ayudando cada día donde veía que era más útil, siempre a gente que
podría hablar bien de él ante el rey (aunque aquél no sería el primer requisito
para ayudar a uno o a otro, estoy segura), consiguiendo caerle bien a todo el
mundo, incluso ganándose alguna que otra amistad (ya les he dicho anteriormente
que aquélla era una de las mejores virtudes de mi antiguo yumón, sabía cómo caer bien) y sintiéndose mejor por hacer todo
aquello.
Pero
lo que de verdad convenció al rey Vërhn (que probablemente ya estuviese
admirado por el comportamiento de Drill) fue lo que pasó durante la recepción
de los capitanes de la fraternidad de marineros y mercantes.
En
torno al veinte de mayo (Drill no estaba seguro de la fecha) el rey organizó
una recepción para los principales capitanes de la fraternidad de marineros y
mercantes, una agrupación de marinos que trabajaban honradamente para la
corona, transportando mercancías, mercadeando con ellas por orden real y
trayendo de vuelta los beneficios de las ventas hasta Nori. Los miembros de la
fraternidad podían realizar sus propios negocios, pero siempre tenían que estar
dispuestos y disponibles si la corona solicitaba sus barcos y sus servicios.
Con
la llegada del buen tiempo (la Temporada Húmeda había hecho honor a su nombre
aquel año en las islas Tharmeìon, sin que dejara de llover un solo día) el rey
convocó a los principales capitanes, para agasajarlos con una comida en palacio, hacer balance de la temporada y
plantear la nueva. Todo muy protocolario y poco parecido a una reunión de
negocios.
Sin
embargo, aquel año se produjo un problema, que ni el rey ni sus consejeros
pudieron prever: uno de los capitanes, el del galeón “Amanecer rojo”, uno de los barcos más importantes de la fraternidad,
había muerto en la última travesía, debido a las lluvias y los temporales en el
mar. El nuevo capitán del “Amanecer rojo”,
el que había sido contramaestre hasta ese momento, tenía cuentas pendientes con
otro de los capitanes, cuentas y discrepancias que no habían salido a la luz
mientras había sido otro el capitán del “Amanecer
rojo”. Pero ahora, con el nuevo capitán sentado a la mesa con los demás,
las tiranteces estaban sobre la mesa.
Casi
se produjo un incidente desagradable antes de comenzar la comida, cuando todos
los capitanes estaban ya a la mesa y esperaban al rey. El nuevo capitán del “Amanecer rojo” y el capitán con el que
tenía enemistad, el del “Caballo de
espuma”, estaban sentados uno al lado del otro y los insultos y malos modos
surgieron al instante. Por suerte, Drill estaba allí, con los demás consejeros.
Mi
antiguo yumón medió en la disputa y,
ayudándose de que el capitán Lorens Denzton también formaba parte de la
fraternidad y estaba allí, consiguió detener la trifulca. Habló con los dos
capitanes enfrentados, acompañado por el capitán Denzton, y gracias a éste pudo
haber un cambio de sitios en la mesa y la tranquilidad volvió a la comida.
El
rey no vio el enfrentamiento y sólo tuvo que sufrir los comentarios hirientes de
los capitanes durante la charla posterior a la comida. Pero se enteró de todo
después, cuando consultó a sus consejeros, una vez que la reunión había
terminado y todos los capitanes se habían marchado ya.
Debió
de sentirse muy impresionado por lo que sus consejeros le contaron (estoy
segura de que Gert Ilhmoras se esforzó por dejar bien clara la intervención de
Drill) y agradecido por la actuación oportuna del mercenario.
Cuatro
días después mandó llamar a Bittor Drill.
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