PALABRAS MÁGICAS
- I -
DESPERTAR CONFUSO
Drill
jura y perjura que cuando abrió los ojos no supo dónde estaba. Se encontró
tumbado en una cama, de ropas limpias y frescas. Cuando intentó incorporarse notó
un intenso dolor en la espalda, que le hizo encogerse y arrugar la cara.
Volvió
a dejarse caer en el blando colchón de la cama, resoplando. Intentó recordar lo
que le había pasado, sin estar muy seguro: había huido de Tash Norrington por
el camino de las montañas, había llegado al final del camino, donde las rocas
se habían caído, había descendido por la pared vertical, había peleado contra
Norrington en la cornisa y habían caído....
Recordaba
la caída desde la cornisa, estaba seguro. No entendía cómo podía estar allí,
tan campante (era un decir, pues ahora que había intentado incorporarse notaba
la espalda dolorida y también los brazos) en una cama desconocida, cuando había
caído desde una cornisa de roca a sesenta metros de altura.
¿Dónde
estaba Norrington? ¿Qué había sido de él? ¿Y el pequeño zorrillo que le había
acompañado por las montañas? Acababa de acordarse de él. ¿Dónde estaba? ¿Qué le
había pasado?
Miró
en torno a sí, fijándose en dónde estaba. La cama era pequeña, pero como mi antiguo
yumón es bajito no le colgaban los
pies. La habitación tenía las paredes de madera, de troncos lijados y limpios
de corteza. Había tablas de madera clavadas horizontalmente a las paredes,
llenas y atiborradas de cosas: piedras, trozos de madera bastamente tallados,
un par de muñecos de trapo, conchas, una caracola.... Había también un baúl a
los pies de la cama y un armario alto y amplio al lado de la puerta, que estaba
frente a la cama.
Drill
volvió a levantarse, esta vez completamente, apoyándose en el suelo, soportando
el dolor de espalda. Vio que llevaba unos pantalones de pijama de felpa de
color marrón y una camisa amplia de color blanco. Los pantalones le llegaban
por media pantorrilla y la camisola también le quedaba un poco corta. Una vez que
abrió el armario se confirmaron sus sospechas: estaba en la habitación de un
niño.
En
ese momento se abrió la puerta, despacio y con delicadeza, pero de par en par.
Drill se encontró delante de un niño pequeño, al que le sacaba una cabeza. Era
de tez pálida y de pelo muy negro, con grandes ojos redondos. A sus pies estaba
el zorrillo que había atravesado las montañas con Drill.
-
¡¡Estás despierto!! – chilló el niño, iluminando su cara con una amplísima
sonrisa. Drill se asustó por la explosión de alegría y cayó sentado en el baúl
que había a los pies de la cama. – ¿Estás bien? ¿Quieres algo?
Drill
trató de tragar saliva, pero no lo consiguió. Tenía la garganta terriblemente
seca.
-
A.... Agua.... – logró decir, con voz ronca.
-
¡¡Ahora mismo te la traigo!! – dijo el niño, yéndose corriendo de la
habitación. El zorrillo se quedó allí, mirando fijamente a mi antiguo yumón. Casi parecía a punto de mover la
cola.
Drill
no se movió, mirando al zorrillo con una pizca de cariño. Sin saber muy bien
por qué, se sentía contento de que estuviese todavía a su lado.
-
¡Aquí tienes! – dijo el niño, con entusiasmo, tendiéndole un gran vaso de agua.
Drill la bebió con ganas, saciándose, agradeciendo que estuviese tan fresca.
Mientras bebía, una mujer joven y bonita apareció detrás del niño, en el vano
de la puerta.
-
Ofrezco gratitud..... – dijo el mercenario, una vez hubo terminado.
-
¿Quieres más? – preguntó el chico.
-
Jordan, no le agobies – dijo la mujer, con una bonita voz, pero reprendiendo al
niño. Drill supuso que era su hijo.
-
No, no.... Me vendría bien un poco más de agua.... – dijo Drill sonriendo de
forma infantil. El niño no esperó más: cogió el vaso de manos de mi antiguo yumón y salió corriendo de allí. –
Ofrezco gratitud y deseo prosperidad.... – dijo Drill, imagino que muy
avergonzado. Le conozco y sé que se sentiría así delante de la mujer.
-
No hay por qué.... – contestó la mujer, de una forma poco ortodoxa. Estaba
claro que Drill se encontraba en algún sitio apartado de las grandes ciudades y
de la civilización.
-
No sé qué es lo que han hecho por mí, pero está claro que me han salvado....
La
mujer se encogió de hombros, sencilla.
-
Mi marido le trajo aquí y yo me he encargado de que estuviese cómodo y
vigilado. Jordan quiso que descansase en su habitación: está encantado de
tenerle aquí. Siempre había querido conocer a un mercenario....
En
ese momento llegó el niño, con un nuevo vaso de agua. Drill se lo tomó, esta
vez un poco más despacio, pero bebiéndoselo entero.
-
Vamos, Jordan, dejémosle descansar.... – dijo la madre, sacando al niño de la
habitación.
-
No, no se moleste....
-
Vuelva a dormir: lo necesita – dijo la mujer. – Cuando vuelva mi marido Jordan
lo despertará para que pueda comer con nosotros. Él le explicará que le
pasó.....
-
Gratitud y prosperidad – dijo Drill, con el pulgar rozándose a barbilla.
-
Hacía mucho tiempo que no veía ese gesto.... – sonrió la mujer.
-
¡Vamos! ¡Vamos, pequeño! – llamó el niño, dirigiéndose al zorro, que le miró
pero no se movió del lado de Drill.
-
Ese zorro suyo ha estado siempre pendiente de usted – comentó la mujer, sin
borrar la sonrisa. – No se ha movido de su lado en todo el tiempo que ha estado
en la cama.
Drill
lo miró con sorpresa, pero también con mucho cariño. El zorrillo notó que lo
miraba y se volvió a él.
-
Sal con él, si quieres.... – dijo Drill, acompañando las palabras con un
movimiento de cabeza.
Y
el zorrillo trotó detrás del niño, para jugar con él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario