Un mes después
de la guerra en la cordillera Oscura y de la jornada en la que Thilt estuvo a
punto de escapar y volvió a ser hecho prisionero, los cuatro reyes se reunieron
para una ceremonia especial en el círculo de rocas, a los pies de las montañas
Prye, muy cerca del mausoleo del monarca fundador de aquellos reinos, Heraclio
“el Padre”. Allí estaban congregados muchos miembros de cada corte, ministros,
gente de armas, eruditos e intelectuales, gente del pueblo llano y miembros de
los cuerpos de seguridad.
Los cuatro
reyes lucían sus mejores galas, aunque ellos no eran los protagonistas del
evento. Lucían muy gallardos, muy elegantes, muy bizarros y muy orgullosos.
Pero aquel acto no era para ellos.
Frente al
estrado de la herradura oxidada, esperaban en una mezcla de emociones
(orgullosos, nerviosos, asustados, avergonzados, alegres y felices) el coronel
Darius Gulfrait, de Rodena; el alguacil Remigius y la bibliotecaria Zanigra, de
Tiderión; los hechiceros Eonor y Dímoras, de Tâsox; y el pastor de cabras
Cástor, acompañado por su fiel perro Ceniza,
de Berilio.
Los cuatro
reyes tomaron seis medallas que descansaban en el estrado, al lado de la
herradura oxidada, y cada uno de los monarcas se las colocó a sus súbditos. Con
aquellas medallas se agradecía a los héroes su actuación, su valor, su osadía y
su entereza, al encargarse de solucionar aquella crisis.
Las medallas
de Tiderión tenían un oro grabado en su superficie, la de Rodena una espada, la
de Berilio un basto y las de Tâsox una copa.
Los seis
amigos contemplaron sus medallas, se miraron y sonrieron. Darius Gulfrait
estaba tremendamente orgulloso, Remigius estaba emocionado, Zanigra lloraba de
alegría, pensando en sus padres y en lo que les hubiese alegrado verla en aquel
momento, Cástor estaba sereno y flemático, un poco tenso por ser el centro de
atención, Eonor sonreía divertido, sorprendido por toda aquella ceremonia y Dim
estaba terriblemente avergonzado, rojo de timidez. Hicieron una reverencia a
los cuatro reyes y después se giraron hacia todas las personalidades que esperaban
fuera del círculo de piedras.
Fueron
arropados por un aplauso que duró varios minutos.
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