jueves, 8 de mayo de 2014

Anäziak (9) - Capítulo 9 + 2


- 9 + 2 -



Justo y Sole, cada uno con su coche, llegaron hasta el pueblo a recoger a Marta, y la encontraron acompañada por el cura loco de negro. Justo había esperado (y deseado) que el hombre de negro hubiese desparecido, pero al parecer su compañera había dado con él.

- Muy bien, ya estamos aquí – dijo Justo, a modo de saludo, bajando la ventanilla. – Suban, tenemos que ir hasta Palencia: la posesión podría ocurrir hoy mismo.

- Ocurrirá hoy mismo – dijo el padre Beltrán, con su voz de cuervo. – Pero debemos perder unos minutos. Tengo que ponerles al día de lo que está pasando.

- ¿Cree que no lo sabemos? – replicó Justo. Sole había aparcado detrás de él y había bajado del todoterreno, acercándose a Marta y al sacerdote de negro. – Nos enfrentamos a una ola de posesiones infernales, con las que ya han muerto por lo menos dieciocho personas. Nos quedan al menos otras dos ciudades (que sepamos) en las que puede haber más asesinatos. No hace falta que nos diga a qué nos enfrentamos....

- Yo creo que sí – replicó el padre Beltrán, con su voz grave pero para nada soberbia. – Es necesario que sepan contra quién luchan, si son ustedes los encargados de detenerlo. 
A regañadientes, Justo bajó del coche y se reunió con los demás en un banco cercano, al lado del río Duero. El padre Beltrán guardó unos segundos de silencio, tomando aire y pensando cómo explicar a unos neófitos las verdades del multiverso.
- Son ustedes agentes de una agencia gubernamental que investiga manifestaciones paranormales, pero no sé si saben ustedes de dónde provienen esas manifestaciones....

- Del más allá – comentó Marta, con cierta vergüenza. Se sintió como cuando iba al colegio y respondía una pregunta del maestro, creyendo que sabía la respuesta pero temiendo estar equivocada.

- En realidad hay muchos más allá, agente – respondió el padre Beltrán. – Hay muchos mundos aparte de éste en el que vivimos, que no es más real que los otros. Hay otros universos, infinidad de ellos. Los hay celestiales, los hay neutrales, hay otros como el nuestro (malo y bueno a partes casi iguales) y los hay demoníacos. Infernales.

“Cuando los demonios de un universo infernal encuentran una puerta a otro universo a veces se cuelan en él, en forma de espectros, ya que no pueden transportar su forma corpórea. Para realizar las acciones que quieran cometer en el mundo en el que se han colado, toman posesión del cuerpo de un habitante de ese mundo. Es lo que nosotros llamamos posesiones.

- ¿Está insinuando que las posesiones son la causa de visitas de seres de otro universo? – dijo Justo, con tono divertido, queriendo ridiculizar al sacerdote de negro.

- No lo insinúo, agente, lo digo claramente – replicó el padre Beltrán, sin molestarse. – Usted lleva trabajando mucho tiempo en la agencia, ¿qué explicación puede dar a todo lo que ha visto? ¿Acaso le parece tan descabellado pensar que hay seres de otros universos que penetran en el nuestro, con  intenciones que van desde el bien más puro a la más terrible maldad? – Justo le mantuvo la mirada al padre Beltrán, sin acobardarse.

- No puedo creer lo que dice, eso es todo....

- Hay más cosas entre el cielo y la tierra, Horacio, de las que sospecha tu filosofía (1)– fue la desconcertante respuesta. – Yo tampoco creí la realidad cuando me la contaron, pero si lo hubiese hecho mucho tiempo me hubiese ahorrado y muchas personas seguirían vivas....

- ¿Entonces está diciendo que los poseídos con los que nos hemos encontrado estos días son demonios que provienen de un universo paralelo? – intervino Marta, para aligerar un poco el ambiente.

- Eso es.

- Y provienen de.... de.... Anäziak – dijo Sole, con tono interrogativo.

- Eso creo – respondió el padre Beltrán. – Hasta que no traduzcamos el mensaje completo que los poseídos recitan antes de atacar a sus víctimas, lo único que tenemos es esa palabra.

- ¿Conoce usted Anäziak? – preguntó Marta.

- No, agente. Yo no he viajado entre mundos. Pero he oído hablar de esa dimensión. Una dimensión infernal en la que se basaron el cristianismo y otras religiones para describir su infierno. No es una dimensión de las peores, al menos no lo era hasta el verano pasado....

- ¿De verdad se cree usted todo lo que nos está contando? – preguntó Justo.

- ¿Y qué diferencia hay entre creer que existen infinidad de mundos que lindan con el nuestro o pensar que las almas del más allá, sean celestiales o infernales, a veces vuelven a visitarnos? – dijo el padre Beltrán, con  tranquilidad. – Es la misma consecuencia con explicaciones distintas. Puedo asegurarle que la idea del multiverso es la real, pero aquí ocurre como con la religión: cada uno puede pensar lo que quiera.

Justo le miró con cara enfadada.

- ¿Y qué propone que hagamos ahora? – inquirió el veterano agente al fin.

- Creo que debería encargarme de traducir el mensaje – dijo el padre Beltrán, haciendo caso omiso del tono hiriente de Justo. – Ustedes deberían ir a Palencia e intentar detener al siguiente poseído.

- Eso me parece bien....

- ¡No! Yo creo que no debemos separarnos – intervino Marta. Justo la miró sorprendido: en ese momento se dio cuenta de que la estaba perdiendo ante el extraño personaje. – Es mejor que continuemos todos juntos la investigación. Podemos hablar con el general para que organice otro equipo de campo o que otros investigadores sigan donde nosotros lo dejamos....

- No podemos dejar nuestro caso en manos de otro equipo de investigadores de campo – dijo Justo. No lo decía por orgullo, era la política de la agencia. – Tendrían que ponerse al día a mitad de investigación y se perdería mucho tiempo.

- Podemos pedirle que envíe a más agentes para un nuevo equipo de campo – propuso Sole. – Al fin y al cabo, usted y Marta ya han resuelto el patrón de las posesiones y solamente hay que encargarse de que no haya más muertes y de atrapar a alguno de los poseídos con vida, antes de matarlos o de que se suiciden.

- Tengo una idea mucho mejor que esa – dijo Marta, a la que se le ocurrió una solución de inmediato. – Llame al general, Justo, por favor. Cuéntele las novedades, que tenemos el mensaje que recitan los poseídos, que conocemos a un experto que podrá traducirlo y que tenemos que investigar eso al margen de las nuevas posesiones. Sole puede encargarse de controlar la crisis, con algún agente de apoyo de la agencia.

Justo meditó la idea de Marta. De aquella manera ellos seguirían teniendo el control de la operación pero se servirían de los (supuestos) conocimientos del padre Beltrán, a la vez que Marta y él lo acompañaban y lo tenían vigilado. Por otra parte, confiaba lo suficiente en Sole como para que se encargara de atajar la crisis.

- ¿Y quién cree que podría acompañar a Sole en el terreno, Marta? – preguntó a su compañera.

- Tengo alguna idea – contestó Marta, sonriendo con picardía.



* * * * * *



Treinta minutos después, tras informar al general por teléfono y convencerle de que sus peticiones eran lo mejor para resolver el caso, Marta, el padre Beltrán y Justo marchaban en el R-11 de éste hacia un destino sólo conocido por el sacerdote de negro. Por su parte, Sole se marchó en su todoterreno hacia El Burgo de Osma (donde el padre Beltrán le había encargado un recado) y después a Palencia, donde ocurriría la siguiente posesión. Allí la soldado esperaba encontrarse con los agentes de apoyo sugeridos por Marta. A pesar de seguir con el caso en lugares separados, la soldado y el veterano agente habían acordado seguir en contacto telefónico.

Ninguno de los dos acababa por confiar en el padre Beltrán.

 





(1)“Hamlet”, acto 1, escena 5, William Shakespeare (1599-1601)

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