viernes, 3 de marzo de 2017

Cuatro Reyes - Capítulo XX



Un mes después de la guerra en la cordillera Oscura y de la jornada en la que Thilt estuvo a punto de escapar y volvió a ser hecho prisionero, los cuatro reyes se reunieron para una ceremonia especial en el círculo de rocas, a los pies de las montañas Prye, muy cerca del mausoleo del monarca fundador de aquellos reinos, Heraclio “el Padre”. Allí estaban congregados muchos miembros de cada corte, ministros, gente de armas, eruditos e intelectuales, gente del pueblo llano y miembros de los cuerpos de seguridad.
Los cuatro reyes lucían sus mejores galas, aunque ellos no eran los protagonistas del evento. Lucían muy gallardos, muy elegantes, muy bizarros y muy orgullosos. Pero aquel acto no era para ellos.
Frente al estrado de la herradura oxidada, esperaban en una mezcla de emociones (orgullosos, nerviosos, asustados, avergonzados, alegres y felices) el coronel Darius Gulfrait, de Rodena; el alguacil Remigius y la bibliotecaria Zanigra, de Tiderión; los hechiceros Eonor y Dímoras, de Tâsox; y el pastor de cabras Cástor, acompañado por su fiel perro Ceniza, de Berilio.
Los cuatro reyes tomaron seis medallas que descansaban en el estrado, al lado de la herradura oxidada, y cada uno de los monarcas se las colocó a sus súbditos. Con aquellas medallas se agradecía a los héroes su actuación, su valor, su osadía y su entereza, al encargarse de solucionar aquella crisis.
Las medallas de Tiderión tenían un oro grabado en su superficie, la de Rodena una espada, la de Berilio un basto y las de Tâsox una copa.
Los seis amigos contemplaron sus medallas, se miraron y sonrieron. Darius Gulfrait estaba tremendamente orgulloso, Remigius estaba emocionado, Zanigra lloraba de alegría, pensando en sus padres y en lo que les hubiese alegrado verla en aquel momento, Cástor estaba sereno y flemático, un poco tenso por ser el centro de atención, Eonor sonreía divertido, sorprendido por toda aquella ceremonia y Dim estaba terriblemente avergonzado, rojo de timidez. Hicieron una reverencia a los cuatro reyes y después se giraron hacia todas las personalidades que esperaban fuera del círculo de piedras.
Fueron arropados por un aplauso que duró varios minutos.


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