miércoles, 8 de marzo de 2017

Desmembramientos a la luz de la Luna - Capítulo 1



- 1 -
 (Arenisca)

La fábrica de harinas y piensos estaba en penumbra. La única luz que podía atravesar los cristales llenos de suciedad y polvo de las ventanas iluminaba pobremente las grandes estancias de trabajo.
A Zard todo aquello no le importaba. Él siempre recibía a la gente en el sótano y allí sí que había luz suficiente para ver el miedo en los rostros de sus visitantes.
Escuchó las pisadas en las escaleras de hormigón, que hacían crujir la arenilla blanquecina que las cubría, mientras miraba la deslustrada bombilla amarillenta que colgaba del techo e iluminaba la estancia. El Dharjûn dejó los palillos chinos con los que estaba trabajando sobre la mesa y caminó dos zancadas hasta la silla de oficina con ruedas en la que solía sentarse. Le gustaba esperar allí a sus visitas, justo delante de la puerta.
No estaba camuflado ni disfrazado. Esperaba con su apariencia normal, ya que el visitante que esperaba lo conocía de sobra y sabía cuál era su aspecto de Dharjûn. A Zard le daba igual mostrarse tal cual era o disfrazarse: disfrutaba de todas sus apariencias y personalidades, ya que con todas era capaz de hacer cundir el caos.
Pero agradecía no tener que “disfrazarse” de vez en cuando. Su verdadera apariencia era con la que había sido creado y la prefería siempre.
La puerta se abrió y Zard se ocupó de que la vieja bombilla luciese un poco más, con un poco más de intensidad. Su visitante entró en la estancia, momentáneamente cegado por la diferencia de luminosidad entre el resto de la fábrica y aquel cuarto del sótano. Aquello también le gustaba a Zard.
Un guardaespaldas grande y fornido (no era un ser de aquella dimensión) acompañaba al visitante: saludó con un cabeceo al Dharjûn y después cerró la puerta cuando el visitante ya la había traspasado.
- Me alegro de verte de nuevo, Jonathan – saludó Zard. Su voz siempre sonaba sardónica, pero en el saludo lo hizo mucho más que de costumbre. – Te esperaba, has sido puntual.
- Sí, bueno, sé que no te gusta esperar.... – dijo el visitante, mirando su reloj de pulsera. Marcaba las 22:18, sólo un minuto después de la hora a la que había quedado con Zard: al Dharjûn le gustaba citarse a horas raras, que no fuesen en punto, porque así las cosas eran más desordenadas.
Zard observó con leve atención a su visitante. Se le notaba asustado y nervioso, y eso le gustaba: el miedo y la incertidumbre estaban cerca del caos. Pero Zard también lo necesitaba competente y atento, para que sus propósitos salieran bien.
- Te ofrecería una silla, para que te sentaras y te relajaras, pero no tengo más – dijo Zard al humano, y aunque su voz sonó sarcástica, como casi siempre, esta vez no hablaba en broma. – Así que, por favor, relájate y dame tu informe....
- Muy bien – asintió el hombre, aunque no parecía más tranquilo. Tragó saliva y estuvo un momento pensativo, con aspecto de estar decidiendo cómo contarle la información al Dharjûn. Éste sabía que el nerviosismo del muchacho no se debía a que le tenía miedo (o, al menos, no sólo a eso), sino que quería hacer bien su trabajo y no defraudarle. – He encontrado informaciones sobre esa agencia que usted quería investigar, aunque no suena a nada paranormal.
- ¿Ah, no? – se extrañó Zard. Arrugó el ceño, haciendo su horrenda cara más horrorosa. A Jonathan le costó seguir mirándole. – Eso me sorprende. Aunque quizá sea una tapadera....
- Eso pensé yo, señor.... – apuntó Jonathan, al instante. – Tengo un montón de información, informes oficiales, números del B.O.E., páginas web, hasta un perfil de Twitter. Todo haciendo referencia a la Jefatura Central de Homicidios, pero todo muy terrenal. Nada que ver con otras dimensiones ni criaturas y monstruos que vengan de ellas.... Con perdón.
Zard le excusó con un gesto de la garra de dedos retorcidos y uñas duras y amarillentas. Jonathan lo miró pensar, mientras tragaba otra vez saliva. Sabía que no tenía que temer nada de aquel monstruo, que no le iba a matar allí mismo ni hacer daño. Aquellas no eran las maneras de un Dharjûn. Lo que Zard podría hacer era poner en marcha un intrincado plan en el que el caos y la mala suerte se cebasen en él, pero no le haría daño de forma directa, en aquel momento y en aquel sótano. Lo que le preocupaba era fallarle, no cumplir correctamente el encargo que le había confiado. Zard no dejaría salir su decepción en forma de rabia delante de él, pero sus represalias podían ser mucho peores, más calculadas y más frías. Más impersonales.
- No sabemos el nombre de la verdadera agencia ni conocemos a ninguno de sus agentes, ¿no es así? – elucubró Zard y Jonathan asintió. – Bien.... Sin ningún dato concreto es difícil encontrar información que sin duda será clasificada o secreta. Necesitamos un nombre, sólo eso....
- No sé si tiene que ver con la agencia paranormal que me pidió que encontrara – intervino Jonathan, aprovechando el momento – pero he descubierto un detective paranormal.
- ¿Un detective paranormal? – se extrañó Zard.
- Se anuncia así. Es el único de España – Jonathan se encogió de hombros, encendiendo la tablet que llevaba en la mochila. Buscó unos archivos en ella y se los mostró al Dharjûn una vez estuvieron en pantalla. – Al parecer lleva ya tiempo en activo, pero se ha hecho más “famoso” desde hace un par de años. No sé si habrá oído un caso de niños secuestrados en la provincia de Málaga, hará dos veranos....
- No sé....
- Resulta que eran un grupo de vampiros, de la dimensión Bramstok. Éste detective se hizo cargo del asunto cuando una de las familias afectadas le contrató y acabó descubriendo todo el embrollo. Apareció en los periódicos a nivel local y parece que así su fama subió como la espuma de una caña de cerveza....
- ¿Y qué tiene que ver este detective con la agencia que me interesa? – preguntó Zard, con su tono irónico. Pero Jonathan le conocía bien: había un tono de impaciencia en su pregunta.
Cuidado.
- Quizá nada, señor.... O quizá haya una conexión – explicó, tratando de sonar seguro de sí mismo. – No lo sé con seguridad, pero ese chico se anuncia como detective paranormal en varios periódicos por todo el país. No se esconde. Se enorgullece de su trabajo y no trata a los seres paranormales como si fuesen un secreto. Es un hilo del que tirar, y con suerte....
- Con suerte, si de verdad existe esa agencia paranormal de la que me hablaron en Santander hace unos meses, le tendrán localizado y querrán controlarle – dijo Zard, complacido. – A lo mejor, usando a ese chico de cebo, llegamos hasta la agencia escondida....
- Eso es, señor – Jonathan respiró tranquilo.
- Muy bien, muy bien.... – Zard se rascó el mentón con una uña amarilla y dura como una piedra. – Has hecho un buen trabajo, a pesar de las dificultades que te has encontrado. Creo que te has ganado esa recompensa....
Jonathan sonrió, satisfecho y aliviado. Zard se impulsó con las piernas, haciendo fuerza con las botas en el suelo de hormigón, para deslizarse con la silla con ruedas hasta la mesa en la que antes había estado trabajando. Allí cogió una caja metálica que contenía tres jeringuillas con un líquido pajizo en su interior. Se levantó de la silla con la caja en la garra y se acercó al muchacho. Jonathan se encogió un poco al verle acercarse: a pesar de caminar encogido, el Dharjûn tenía una presencia imponente, con la espalda curvada llena de los bultos de los músculos, los brazos largos redondeados y la anchura de sus hombros.
- Aquí tienes, muchacho – le tendió la caja a Jonathan. – Son tres dosis en tres días seguidos. Después habrás obtenido lo que querías, te guste o no.
- Gracias – dijo Jonathan, contento. Casi no podía esperar a ponerse la primera inyección.
- Una última cosa.... – dijo Zard, a un palmo de distancia. Jonathan tembló un poco al fijar sus ojos en los ojos amarillos del Dharjûn, hendidos como los de los gatos. – ¿Cómo se llama ese detective paranormal?
- Lucas Barrios....

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