jueves, 22 de marzo de 2018

Viajes y Peripecias de Un Viejo Mercenario Esperando Poder Retirarse - Capítulo VI (4ª parte)


LA LLAVE ES LA CLAVE
- VI -
GANÁNDOSE LA CONFIANZA DE UN REY

Durante el mes de abril y prácticamente el mes de mayo entero Drill estuvo viviendo en el palacio real del monarca de las islas Tharmeìon. No fueron días placenteros, pues cada momento era como un examen para él, sintiéndose observado, analizado. De su comportamiento dependía que el rey le confiara la persona que guardaba la llave de la tumba de Rinúir-Deth. Por eso medía cada paso, cada palabra, cada acción.
Pero aunque Drill me dijo que se sintió tenso la mayor parte del tiempo, tampoco puede quejarse del todo. Había muchas ventajas en estar viviendo en el palacio de un rey.
Para empezar, no tenía gastos. Todo lo que comía, bebía o usaba era cortesía de la corona. No tenía que pagar alojamiento y su habitación había mejorado considerablemente (aunque la de la posada de Telly fuera muy decente y acogedora). Dormía en una habitación individual, en una cama con dosel y colchón muy cómodo y blando.
Un nuevo vestuario fue puesto a su disposición: pantalones y calzas de buenos tejidos y de colores brillantes, camisas de seda, chalecos de terciopelo y jubones del mismo material, con botones dorados. Botas de cuero nuevo, con hebillas plateadas y hasta una colección de sombreros de fieltro con plumas de colores, que mi antiguo yumón se negó a llevar. Sin embargo puedo imaginármelo muy guapo y elegante, con las nobles ropas de la corte.
Comía en un comedor común, con otras personas de la corte. Había dos juglares y un malabarista llamado Vherên, dos copistas y un escultor, tres damas de compañía de la reina y un profesor de esgrima de la princesa y el príncipe. Las comidas eran buenas y abundantes, pero alguna vez salió del palacio para comer en la posada de Telly, sin más motivo que volver a ver a la atractiva posadera, disfrutar de la comida casera que servía y charlar con ella: Drill había hecho buena amistad con ella, en los dos días que estuvo alojado allí.
Toda la gente que conoció en el palacio tenía su oficio y sus tareas: la gente con la que comía y los criados con los que se cruzaba por todas partes, todos tenían sus quehaceres. Pero Drill no. Drill sólo estaba allí para ganarse la confianza del rey.
Así que empezó a ayudar a los miembros de la corte: mi antiguo yumón no era una de esas personas que no sabían descansar, que necesitasen estar todo el tiempo haciendo algo, trabajando u ocupados con diferentes labores. Podía haber estado disfrutando de su vida en el palacio sin problemas, salvo que debía hacer algo para que el rey confiase en él y que no podía soportar ver a la gente trabajar sin que él hiciera nada de provecho.
Por eso empezó a echar una mano allí donde veía que podía ayudar: estuvo un par de días ayudando a los tintoreros reales, pues el rey había decidido que no quería más ropajes rojizos y mandó teñirlos todos de marrón; ayudó también al maestro de esgrima alguna tarde y pronto el príncipe pidió terminar sus clases enfrentándose al mercenario que había ahora en palacio; hecho una mano durante una semana al escultor y diferentes criados, que tuvieron que trasladar todas las estatuas y bustos de una sala hasta otra al otro lado del palacio, porque el rey quería montar una sala de trofeos en la de exposiciones; hizo amistad con los dos guardaespaldas de la reina y los acompañó en algunas salidas de ésta a la ciudad, incluso relevándolos cuando uno estuvo enfermo o cuando el otro tuvo que encargarse de un problema familiar; animó algunas cenas en las que el rey tuvo invitados nobles e ilustres, recitando poemas de Ülsher y cantando canciones de mercenarios (quiero creer que las menos picantes y más suaves, sin tacos ni expresiones malsonantes)....
Puedo imaginarme a Drill siendo todo amabilidad (eso no le costaría, no sería una fachada, mi antiguo yumón era así siempre), ayudando cada día donde veía que era más útil, siempre a gente que podría hablar bien de él ante el rey (aunque aquél no sería el primer requisito para ayudar a uno o a otro, estoy segura), consiguiendo caerle bien a todo el mundo, incluso ganándose alguna que otra amistad (ya les he dicho anteriormente que aquélla era una de las mejores virtudes de mi antiguo yumón, sabía cómo caer bien) y sintiéndose mejor por hacer todo aquello.
Pero lo que de verdad convenció al rey Vërhn (que probablemente ya estuviese admirado por el comportamiento de Drill) fue lo que pasó durante la recepción de los capitanes de la fraternidad de marineros y mercantes.
En torno al veinte de mayo (Drill no estaba seguro de la fecha) el rey organizó una recepción para los principales capitanes de la fraternidad de marineros y mercantes, una agrupación de marinos que trabajaban honradamente para la corona, transportando mercancías, mercadeando con ellas por orden real y trayendo de vuelta los beneficios de las ventas hasta Nori. Los miembros de la fraternidad podían realizar sus propios negocios, pero siempre tenían que estar dispuestos y disponibles si la corona solicitaba sus barcos y sus servicios.
Con la llegada del buen tiempo (la Temporada Húmeda había hecho honor a su nombre aquel año en las islas Tharmeìon, sin que dejara de llover un solo día) el rey convocó a los principales capitanes, para agasajarlos con una comida en  palacio, hacer balance de la temporada y plantear la nueva. Todo muy protocolario y poco parecido a una reunión de negocios.
Sin embargo, aquel año se produjo un problema, que ni el rey ni sus consejeros pudieron prever: uno de los capitanes, el del galeón “Amanecer rojo”, uno de los barcos más importantes de la fraternidad, había muerto en la última travesía, debido a las lluvias y los temporales en el mar. El nuevo capitán del “Amanecer rojo”, el que había sido contramaestre hasta ese momento, tenía cuentas pendientes con otro de los capitanes, cuentas y discrepancias que no habían salido a la luz mientras había sido otro el capitán del “Amanecer rojo”. Pero ahora, con el nuevo capitán sentado a la mesa con los demás, las tiranteces estaban sobre la mesa.
Casi se produjo un incidente desagradable antes de comenzar la comida, cuando todos los capitanes estaban ya a la mesa y esperaban al rey. El nuevo capitán del “Amanecer rojo” y el capitán con el que tenía enemistad, el del “Caballo de espuma”, estaban sentados uno al lado del otro y los insultos y malos modos surgieron al instante. Por suerte, Drill estaba allí, con los demás consejeros.
Mi antiguo yumón medió en la disputa y, ayudándose de que el capitán Lorens Denzton también formaba parte de la fraternidad y estaba allí, consiguió detener la trifulca. Habló con los dos capitanes enfrentados, acompañado por el capitán Denzton, y gracias a éste pudo haber un cambio de sitios en la mesa y la tranquilidad volvió a la comida.
El rey no vio el enfrentamiento y sólo tuvo que sufrir los comentarios hirientes de los capitanes durante la charla posterior a la comida. Pero se enteró de todo después, cuando consultó a sus consejeros, una vez que la reunión había terminado y todos los capitanes se habían marchado ya.
Debió de sentirse muy impresionado por lo que sus consejeros le contaron (estoy segura de que Gert Ilhmoras se esforzó por dejar bien clara la intervención de Drill) y agradecido por la actuación oportuna del mercenario.
Cuatro días después mandó llamar a Bittor Drill.

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